martes, 22 de abril de 2014

Día 1

Desde que volví que vengo escuchando ruidos raros. Uno curiosamente prefiere pensar siempre algo un poco más terrible que lo que sorpresivamente se cuece en los lugares más recónditos de la propia casa. Cuando llegué hoy de la calle se me ocurrió espiar en el lavadero y la intuición unas pocas veces falla.
Adentro del balde que está abajo de la batea (batea, linda palabra que me recuerda a la abuela) había algo. Sí, había algo ahí, algo vivo y atolondrado, algo negro y enorme. Las sombras multiplican los tamaños de las cosas. Cuando miré por primera vez preferí tener miedo, eso sería un ratón grandísimo y entonces la atolondrada sería yo esta vez, zapateando por toda la cocina.
Elegí la curiosidad y me acerqué sigilosa. Era un pajarito el atolondrado por el miedo. Un pajarito hermoso y asustado, adentro de mi balde. Tenía un pico negro y puntudo que no asustaba a nadie. Le quise dar unas semillitas de comer al invitado antes de devolverlo al mundo y se resistió, cuando lo miré de cerca vi que tenía una patita lastimada. El amor a veces es torpe, yo no lo sabía curar.
Le quise tomar una foto, después se me ocurrió que alargaría su encierro y preferí llevarlo a la terraza. Cuando subimos, salió del balde con torpeza, caminó un poco con su chuequera risueña, se acercó hasta la reja y voló hasta el árbol más próximo. Yo liberaba un avecita por primera vez en la vida. Cuando lo descubrí, la intuición me mandó a silbar como los bichos feos. Cuando pregunté por mi visitante me dijeron que era un benteveo. Sí, la intuición unas pocas veces falla, el pajarito me miraba con terror pero sabía que yo hablaba su idioma.
Lo más extraño fueron los minutos después de su partida. Quiero decir que el pajarito se llevó toda la tristeza y me dejó a cambio una sonrisa. Supongo que es la misma sonrisa que cuando se siente la libertad. Quise pensar también de qué azarosa manera habría llegado el pajarito hasta allí, cuánto tiempo había pasado desde su llegada o desde mi partida. Después me acordé del cuadernito que me regalaron mis amigos Mau en mi último cumpleaños. En la tapa tiene un pajarito hermoso y encima de él dice "Llenemos el mundo de amor". El amor a veces es torpe pero en este mundo ningún pajarito llega por azar.

domingo, 13 de abril de 2014

Sea

¿Puede ser noble el corazón de un hombre?
¿Puede ser noble el corazón de un hombre cansado?
¿Puede ser noble el corazón de un hombre cansado de amar?
¿Puede ser noble el corazón de un hombre cansado de amar al mundo que no sabe?
¿Puede ser noble el corazón de un hombre cansado de amar al mundo que no sabe amar?
¿Que no sabe amar?
¿Puede ser noble?
Cansado de amar puede ser noble.
¿Puede?
Un hombre cansado de un mundo que no sabe.
No sabe que puede ser noble y mundo.
Sabe que puede ser y amar, cansado.
Cansado puede ser noble. ¡No sabe amar!
Amar no sabe y puede.
Ser noble puede. Y no sabe el corazón.
Puede amar, puede que no sabe amar,
y cansado el mundo, y cansado el hombre,

¿puede ser noble el corazón?