viernes, 19 de julio de 2019

Luciérnaga

¿Cuál era la manera de saber
si esta vez
es la que verdaderamente vale?
¿Cómo se hace para cerrar el puño
con una certeza
-ya no esa rabia
hasta la angustia
o la náusea-?
Si la rueda que gira
eternamente
ya lleva a cuestas
sus postales
y danzó para el fuego
y sus luces
y sombras,
si este mismo
fluir
tiene perfume
de intuición
-ya no un disfraz
de desamparo-
y trae algo así
como una calma
aunque de vuelta
en el naufragio
la sudestada
arrase todo.
Si de pronto
este aquí-ahora es lo cierto
y sabiendo que es posible
que lo sea,
y si en esa gracia fortuita
del movimiento
las siluetas bailen
posando otra vez
sobre sus cuerpos,
si esta circunspección
es un susurro
de alguna consciencia mía
que se me escapa todo el tiempo
por los caminos del bosque
-como aquella vez
aquella melodía-
y aunque devenga otra
simplemente también sea,
"si toco con mi canción
y no con la que me tocan...",
si puedo dejar
acaso
de reparar en las faltas,
y te sigo entonces
un paso más,
luciérnaga,
podría tener entonces
todo lo que sé,
y entonces
también entonces,
rompería el enigma del oráculo
y el eterno retorno de lo mismo,
algo más de lo que se desvanece
aún perduraría,
el tiempo gerundio cesaría
de ser tiempo yermo,
ya no podría valer
la parte por el todo,
ni el todo por la parte,
ni mi yo ni la percepción
de mis otras
jugando al galope
de un tablero de ajedrez,
será
tal vez
seré
el todo por el todo.

lunes, 8 de julio de 2019

Irse

El pensamiento más veloz y libre
que esa otra cosa que permanece ahí
indecible,
un pájaro que canta,
varios pájaros que cantan,
los músculos que me yerguen entumecidos,
una guitarra que nombra
que hay muchos lugares en el mundo,
que marca el paso de
donde hay que estar,
un rincón de guitarras
que no tienen que volver
-ni en los rincones-,
de cosas que ya no están
y que están bien así,
a diez,
a veinte,
a cuarenta
pasos
de distancia,
la hornalla,
¡otra vez la hornalla!
y la necesidad
de que el calor
sea este abrazo
con las ballenas
solitarias
de Madryn
o un tablero de ajedrez
en un barcito
en una esquina
de Madrid
que seguro tendrá
calles angostas
como las que soñé anoche
pero incluso
yo no estaba,
me ausenté de mí.