lunes, 18 de diciembre de 2017

Odas a la absurda

I

Puedo mirar a los ojos
esta compulsión a la repetición,
este desgraciado eterno retorno
a ninguna parte,
a las noches de insomnio,
a los vómitos de versos para nada,
a volver a olvidar quién soy,
a escribir para no morirme
y también para no olvidarme
que escarbo en el amor
y otra vez me encuentro
buscando tintas
para cambiarle el nombre al dolor,
a la ausencia constante
de manos que sostengan,
de tus manos.

II

De nuevo las odas a la absurda,
a la que destruye
la nobleza del hallazgo tierno.
El viento golpea en la cara
pero ya no lo siento.
Me antepongo a la hoja en blanco,
me antepongo a mi estétil poder de la palabra.
No logro el verbo nuevo.
Cuando sucede el gerundio
me ausento de mí,
cuando sucede el punto suspensivo
me ausento del mundo
además.

III

Contemplo las estrellas fijas,
ya no recuerdo la discusión
ni su arribo,
no importa quién se mueve.
Lo cierto
es que el corazón parece detenerse.
El pensamiento no encuentra refugio,
soy una niña a la deriva,
volví a romper el juguete más feliz.
No supe amar.