Después de todo, las cosas no estaban tan mal. Yo había
tomado malas decisiones, es cierto. Lo
había elegido antes. En la última retrovisión, todo lo que no iba a ser en mi
madre quedaría en el pasado, yo ocuparía el lugar de un olvido hasta que lo
superara la emulación de otra vivencia no consumada. Una suerte de no devenir
del tiempo. Y qué va? Después de todo, las cosas no estaban tan mal. Tal vez
los cambios que se sucedían eran tan minúsculos como imperceptibles y nosotros
todavía creábamos la ilusión de que el individuo era un lugar para estar a
salvo y otro impulso concedía que no, que no somos más que miguitas en una
plaza enorme donde a lo mejor hay palomas. Eso escuché decir a una señora.
Después de todo, las cosas no estaban mal.