Me reposo en el ser,
me tiendo ante la nada;
todavía reparo
el verde próspero,
los cítricos, los nogales y los pájaros,
el ritmo de las hormigas al que adecuarse
ahora que llueve pero no moja,
lo que hace el tiempo con sus frutos.
No tengo más dios
y todavía llega la cosecha,
su especial proceso comprensivo,
la ilusión del arco iris
no dirá, como nada dice la luna
y sus órbitas geométricas de blancura,
lo que sólo puede decir el poeta,
este páramo donde retirarse,
naufragar entre los pensamientos
del siglo pasado,
entender:
nada
de lo que vale
la pena
puede
durar
demasiado.