Viene una pena sin nombre
atravesando pulmones
y patios sin niños jugando a la pelota.
Viene sin ser llamada,
lamiéndome los pies desde hace días.
No tuvo tiempo.
No tuvo tiempo de ser llorada,
no pudo ser aún temida.
No pudo ser.
Entre las enredaderas de las vecinas
salió cual abejita mi pena.
Vino cuando no quedaba nadie.
Vino cuando supo que debería atenderla.
Vino la misteriosa sin echar culpas.
Supo qué hacer de mí
mas yo sin ella
había visto el sol todos los días,
entre las nubecitas, le juro, lo veía.
Tengo una pena sin nombre
que vino atravesando pulmones
y patios sin niños jugando
a ser como yo, que de grande
daría mi pena sin nombre
por ser como un niño que juega.
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