Acá es donde la realidad no alcanza. Acá, el medio del pecho. La poesía no es poesía-fuente, no emana de un emisor concreto. (Soy un sobreviviente.) Sino que proviene de la conjunción de la plasticidad de la imagen pictórica y la música. En este guión estás ausente pero es vital que seas cierto. Los zapallos se van a secar un día.
En el mar flotan las camas de los desamparados. Mi cama no flota, es como la de Oliverio, tiene un botón que te manda del otro lado, no es justo del lado oscuro del corazón sino del lado de los olvidos, aunque acaso sea el mismo lado. Esto no es una elegía, ni un epitafio ni un verso. Es sólo una nota, la nota necesaria. No voy a poder nombrarte y digo, luz amarilla o whisky, otoño, gato azul, nubecita, vaso de vino tibio. Pido un espacio y hay abismo, la hoja en blanco no tiene puntos finales, no tiene siquiera tres puntos suspensivos. En el reverso, el mundo. Las bocas de subte con tipos durmiendo de noche. La violencia y la mansedumbre de la ciudad latiendo con la misma furia con que jadean las fieras. El invierno y sus fusiles apuntando otra parte del mapa. El sol ocultándose por el poniente del oriente y amaneciéndonos el hemisferio en el momento justo en que los amantes se despiden o en el momento en que yo termine estas mismas líneas que no sé a dónde se dirigen.
Los zapatos se van a secar un día. Después de la última lluvia que se desdobla, que cae sobre la que no soy. Que no es en mí, sino después de mí, lo que es igual a decir que me precede, la que me da origen a esta que soy y que sigue intentando encontrar la palabra precisa, el verso pletórico de sentido, la imagen difusa pero atinada.
De todas formas hubieras dicho poco. Ahí donde tuvo más peso una mirada, la sorpresa de que cerca fuera un deseo consumado, la certeza de que hay sillas que dan vueltas, que no paran, la incertidumbre misma que es el miedo de verte en el centro de una plaza cualquiera, la necesidad que no fueron los viajes que no fueron, sino la mudanza que nunca fue por vos ni por mí ni por nadie.
No sabía entonces qué puerta ibas a abrirme. Me estaba amortajando en estos mismos dilemas existenciales que me tenía preparados desde entonces. Soy la rabia y el miedo de reescribirme, de no salir nunca de este burdo recelo. De saber incluso cuál es la respuesta, entonces es este terror de anticiparme.Y que esta búsqueda no sea de mí sino de vos del otro lado. Que por otro y no por mí pase la abnegada conciencia. Y el miedo de encontrarte o reencontrarme, y saber que no había otra manera, que no se puede esquivar al destino que nos tiene de antemano reseñados y prescritos el uno como remedio del otro.
Y sin embargo, me aquieto e intento conformarme con mi nimio lugar de musa silenciosa. No eran a mí a quien fueran dadas en gracia las prosternadas damiselas. Ellas dirigen su apetito arbitrariamente y no soy yo más que un artífice de vuestro deseo. Entonces no devengo medio sino objeto de la inclinación de otras formas, en que la divina estirpe del excelso azar me ha vuelto muda observadora. Ya no profiero declamaciones de mi amor infortunado sino me atengo a ser espectadora de tus otras fortunas lejos de mi alcance.
"Y será entonces y sólo entonces, cuando estemos preparados para renunciar a las palabras que no se necesitan (...) que por fin sabremos que hemos aprendido a amar."
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