Cuando acontece el milagro de haber
creído
encontrar
el juego gramatical que signifique nada
apenas si soy digna de su memoria
su naturaleza se me escurre
como si no fuera que
la noche está nublada
y atrás la luna llena
me escucha aullar como loba
porque de pronto
no se explica
que el decantar de los días anuncia
que tu semilla no fue germinada
por eso es que vuelvo al campo
porque no hay leña del árbol caído
y que otra vez
los lugares comunes del llanto.
lunes, 30 de abril de 2018
jueves, 26 de abril de 2018
Estribar los perdidos
Me voy a ver siempre condenada a la repetición.
Desde esta esquina siempre veo la columna de la luz justo en el medio de la puerta de la ochava transversalmente opuesta.
Podría irme y dejar la ventana de la cocina abierta, pensaba decirlo de otra manera pero el objeto era el mismo, irse y dejar la ventana abierta.
No sé a qué, a la noche, a cualquier cosa que quiera colarse por ella, ojalá nunca que a un extraño genuino, pero la ventana abierta.
Pensaba en que los dos minutos se te pasaron, Apócope. Fumé el cigarro y no llegaste. Andar la ciudad en bici. Perder los estribos siempre por lo mismo. La compulsión a la repetición y la prosa mal heredada. Pensaba en decir otra cosa, pero me la olvidé.
Tengo la compulsión de la mente en blanco. Pensaba en obsesiones y no en compulsiones.
Me olvidé la buena excusa.
Bajaste la persiana. Será que sólo escribiendo me di cuenta que estabas abajo.
También sabía que la torpeza humedad no dejaría cerrar la cortina y quizás tumbaría el vaso. El vaso no cayó.
Otra vez las líneas idiotas, las líneas estériles. Otra vez buscar sobrevivir.
Desde esta esquina siempre veo la columna de la luz justo en el medio de la puerta de la ochava transversalmente opuesta.
Podría irme y dejar la ventana de la cocina abierta, pensaba decirlo de otra manera pero el objeto era el mismo, irse y dejar la ventana abierta.
No sé a qué, a la noche, a cualquier cosa que quiera colarse por ella, ojalá nunca que a un extraño genuino, pero la ventana abierta.
Pensaba en que los dos minutos se te pasaron, Apócope. Fumé el cigarro y no llegaste. Andar la ciudad en bici. Perder los estribos siempre por lo mismo. La compulsión a la repetición y la prosa mal heredada. Pensaba en decir otra cosa, pero me la olvidé.
Tengo la compulsión de la mente en blanco. Pensaba en obsesiones y no en compulsiones.
Me olvidé la buena excusa.
Bajaste la persiana. Será que sólo escribiendo me di cuenta que estabas abajo.
También sabía que la torpeza humedad no dejaría cerrar la cortina y quizás tumbaría el vaso. El vaso no cayó.
Otra vez las líneas idiotas, las líneas estériles. Otra vez buscar sobrevivir.
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