jueves, 27 de agosto de 2020

La noche íntima

 Tener tu alegría en las manos,

una luciérnaga que brilla pura

entre dos palmas,

siete vaquitas “antonias”

convocadas en asamblea en tu patio

para concederte una suerte insulsa.


La inoportuna cosa mentada como verbo

para un objeto ajeno y resistido,

la otra cosa plena,

querida pero indeseada,

la cosa misma dada apenas,

una metafísica de la descomposición,

“y que nunca me metiera

en camisas de once varas”.


La milonga del absurdo

porque la existencia se juega

en la posibilidad de contradicción.

El juego tácito 

del creador

y el creado.

La sustancialidad compuesta

de saudade

y melancolía,

dos caras de la misma moneda

invertida en el mercado

de la fantasía

vivificadora.


miércoles, 29 de julio de 2020

Escarbar

Tiersen por si la tristeza asoma,
Electric Warrior cuando la alegría,
salir y ponerse en puntas de pie,
digo más, digo tal vez pararse en una silla
buscando el último rayo de sol.
Cavar un pozo profundo
para saberse todavía cuerpo deseante,
para saber que no se es ese cadáver
tierno, tibio, casi pálido
que yace allá en lo hondo.
Allá, acá
no más.
Algo mejor
que escarbar
sobre la superficie,
ir hasta el hueso,
y de una buena vez
dejar otro costado abierto
en cada cosa.

jueves, 11 de junio de 2020

Junio, Julio, Agosto

"Ya voy a encontrar
el neologismo que nos falta",
no fue entonces por puro goce de la risa,
mejor buscábamos llorar
o incluso apenas
una filtración lacrimógena
como un principio
de sed inversa o extensa,
sin querer hacernos cargo
todavía
que nuestro reloj marcaba
con su aguja dispar
un dial sintonizado
del horario de la lágrima.

No sabía bien cómo explicarte,
a veces las palabras son mudas.
Los números y las lágrimas
tienen una relación muy perspicaz
cuyo lenguaje se les escapa
a tantos hombres -por no osar
de la soberbia de decir todos-.

Llorabas un numerito en el baño
y sin embargo,
las paredes hacen eco
como ahora.
Ahora,
sólo ahora,
todos los minutos
-llenos y a veces llenos de falta-.

Porque son los remolinos
los que tienen que aprender
a volar tan alto
como nosotros.
Y aunque encontremos
nuevos neologismos,
sabemos que detrás de ellos
estamos nosotros.
Aunque ya no digamos plataforma
pero me mires
como si buscaras en un dedal
cuando estás detrás de la puerta.
Estamos siempre llegando, nene,
siempre volviendo a fundar un plural
que no necesita ningún neologismo ya
porque el mejor lenguaje
es el que leemos en nuestra piel,
ese que se nos sale por los ojos.