Tener tu alegría en las manos,
una luciérnaga que brilla pura
entre dos palmas,
siete vaquitas “antonias”
convocadas en asamblea en tu patio
para concederte una suerte insulsa.
La inoportuna cosa mentada como verbo
para un objeto ajeno y resistido,
la otra cosa plena,
querida pero indeseada,
la cosa misma dada apenas,
una metafísica de la descomposición,
“y que nunca me metiera
en camisas de once varas”.
La milonga del absurdo
porque la existencia se juega
en la posibilidad de contradicción.
El juego tácito
del creador
y el creado.
La sustancialidad compuesta
de saudade
y melancolía,
dos caras de la misma moneda
invertida en el mercado
de la fantasía
vivificadora.
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