sábado, 13 de diciembre de 2014

Sobrevienes

La silla se quebró
porque no hay quien se ofrezca
a su sed de habitación.
Al cien te veo bajo el árbol,
es de noche,
nadie más verá tu coraza
desde mi balcón.
Y si te veo en el boulevard
esta vez
es que tengo que callarme.
Nadie ama al río
por sus transformaciones
y el fuego se apaga
cuando salís de la cripta
que te enciende, fogonero.
Me desnudo ante esta lluvia
y se moja la Otra
que es genuina.
Si las estacas
no me dejan salir
de la tormenta,
habrá que ponerle
puntos suspensivos
a los días que pasaron
y dejar que siga
sucediéndose el gerundio.
Me duele algo que no existe
y no hay metáfora
que pueda arrancar todo
lo que voy a guardar
en los cajones
que un día me van a interpelar,
cuando la soledad
se haga carne
y te pregunte a vos también
por qué no llorás un poco.

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