Y si te digo que no puedo dormirme
pensando en la opción de enredarme en tu pelo,
o en la simpleza más pura
que te provoca la sonrisa,
o quizás en el absurdo de mirarnos cómplices
y sin embargo desde lejos
sin atrevernos a mirarnos verdaderamente,
sin atrevernos sencillamente a confesarnos
el uno al otro
como si todo fuera más simple
de todo lo que creemos
que es mucho más complejo.
Y por si acaso una noche
se te ocurriera seguirme
y tal vez haya un río,
y yo tenga incertidumbres
de cumplirle a un sistema
que no espera a nadie
y me equivoque,
y si todavía volvieras,
y vuelves,
y te espero ansiosa,
y llegas,
entonces,
entonces sólo habremos de querernos,
entonces
sólo hablemos de querernos.
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