Y me acuerdo de ustedes
y siento el impulso de abrazarme a la vida
y a esta suerte luciérnaga
que juega a las escondidas.
Y me río a carcajadas
en la panza de la muerte
que siempre afila su daga.
Y sé que ustedes también reirían.
Ustedes también cantarían esta noche a solas.
Entonces me acuerdo de los rincones
y de que menos mal que nadie
va a saber nunca el número exacto
de días mariposa compartidos,
ni de cuántos adoquines o cuántos árboles
cruzamos por ahí tonteando,
andando el mundo sin más de puro libres.
Ni de cuántas veces nos sentimos azul,
amarillo, violeta.
Y sus pasos por la memoria
me cuentan historias todavía
que no me olvido por las dudas
de que me hagan la misma pregunta
y haya que responder otra cosa
cuando nos veamos de nuevo.
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