Será acaso el presente constante
gerundio,
abierto,
pletórico,
una exhortación a la novedad,
a la contingencia
radical,
mutante
o circunspecta,
será un atontamiento
involuntario
a todas luces
o un tibio féretro
de buenas intenciones
socavadas por la resignación,
será la repetición
diestra o siniestra,
la cuenta inútil de los días,
las razones en ninguna parte,
la obediencia de un destino
de naturaleza
existencial,
de clase
o de consciencia.
Dónde se guardaría entonces
el espasmo que abriga?
El acento de la pena
habrá caído
en la mala fe
del disyuntor,
desierto de probables
y horizontes,
misterio de ermitaños,
claveles del aire,
una sola decisión,
una jaula.
Y no en la inmensa sed
de conjunciones,
en la multiplicación
libadora de ansiedades
que desprenden camisas
a la hora de la siesta,
que llenan el tiempo
y el espacio,
de algo más que sentido
que brota y llorisquea.
Pero nunca a cara o seca
se definen.
juegan
a la sentencia
de unos ojos que miran,
siempre están cerca
del ocaso
o de la sombra
los culpables.
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