Ahora tiemblo como un niño.
Al que madruga la felicidad lo ayuda,
nuestro dios flagelo de un cobarde
no escucha tus plegarias hoy.
Y esto
y mucho
y no te puedo mirar a los ojos.
No amanece y es tarde.
Un pollo en un patio sueña con volar
y se consagra al spiedo.
No te expliqué,
son las terrazas que se quedaron en una noche.
Son todas las palabras que no te puedo decir
que no voy a decir
y el diminuto impulso descarado
de abrazarte sin que te enrosques.
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