jueves, 8 de noviembre de 2018

Inclusive

Quiero escribir en lenguaje inclusive. Quiero decir inclusivo fue el Hombre Qué carajo es eso de las Ciencias del- de Él que por los siglos de los siglos coartaron y cortaron las palabras. El Hombre signo de los signos histórico histérico la historia de los tibios represores reprimidos. Quiero aprender lenguaje inclusive. Quiero decir no hay inclusivo incluso por eso acudo a la muerte del verbo que alguna vez será verba parlante. Sucumbo sucumba quiero decir es el verbo que sucumbe y yo ya necesito un suicidio verbal y posible que me haga renacer ya fuega inclusive desde las cenizas inclusive y no inclusivo. Será que la antípoda estaba en ustedes. "Ustedes" ya portaba su e pertinente. Penitente del lenguaje quiero suicidarme en el verbo y nacer verba nueva verbe y verde también como todo aquello que florece y brindar por lo inclusive que a todes nos vendré sin vendarle esta vez los ojos sin ponerle mordaza esta vez en la boca inclusive de nadie.

martes, 30 de octubre de 2018

Awumbuk

2:21 a.m.
olvido a las musas de nuevo
que te evocaban en versos
que ya no puedo recitar.
Quisiera olvidar los olvidos,
otros días intento
dormir
para olvidar.
Otros días intento
dormir
para que en sueños
acaso duermas
todavía
a mi costado.
Me acordaba esas canciones
que me compuso otro
que ya no quiero
y que tal vez
nunca quise
pero
dolían
sus presagios
que yo ni yo
sospechaba
anticipada e inconscientemente.
Que no había amado
verdaderamente
todavía.
Que es muy estrecho
inventariar el amor
o suponerlo.
Y que te extraño
sobreviene
como casi una certeza
pero lo cierto
nunca fue para mí
más que un obituario,
un solapado anuncio fúnebre
del que solamente emanan
mis incertidumbres próximas.
Quiero decir
no sé si te amo ya
o no sé si temo
a que no vuelvas
-y no has vuelto-.
Aunque conjugues
todavía
el verbo amar en mi nombre
ya no te creo

si es el amor
gerundio
y no otra cosa
y aquí sólo quedan
rastros de ausencia
besos que faltan
caricias que no llegan
palabras tontas
y risas
igual tontas
a la hora de la siesta
que ya no se comparten.

A dónde dirigir
mis ansias de ternura,
a dónde los deseos
que se enfilan
como palomas en los cables
después de cada lluvia.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Cápsulas

Me quiero curar para siempre
pero verdaderamente nada
hay de verdadero,

ni una sola certeza en el placard
más que tu ausencia
que me repliega
y me pone
opacos pensamientos
en las sienes.

Ya nada he de verter
por los caminos
como semilla
que pudiera germinar
gerundios nuestros
por las calles
de adoquines del Alberdi.

Quién habrá
-ni yo misma habré de haber-
conocido qué oleajes
me derivan otra vez
hacia esta costa de silencio.

Y la tormenta
es esta primavera detenida,
veo sola la espalda de una estatua de Sarmiento.

No sé bien acaso lo que quiero,
tu presencia alguna vez fue lánguida,
y sin embargo sé que yo no quiero
ser como esos maniquíes de San Juan
que no salen al sol en el invierno.

Y quiero seguir pedaleando
por los parques que ven el Paraná
con vos.
Y soñar con Uruguay
volviendo a casa.


miércoles, 12 de septiembre de 2018

02:49

Te escribo un mensaje con una canción de Bowie. Creo que es una buena metáfora de mi vida últimamente vivir en una esquina. Lo que quiero que quiera venir está un poco en la palma de mi mano. Sin embargo a veces esto también es enajenamiento. La soledad de la casa me deja escuchar ruidos minúsculos, el infinito tiene que ser algo parecido. La posibilidad sola y multiplicada en cada maniobra. La oportunidad a lo mejor esta vez de que las cosas sean un poquito más nítidas.

lunes, 16 de julio de 2018

Refugio

Entre la ambición de respuestas, por esta sublevada y ya hiriente catarata de preguntas que se multiplican, voy buscando señales diminutísimas que me orienten a un norte propio. Por momentos sondeo unos límites abrumadores de racionalización del deseo y entonces continúo a paso lento pero diametralmente opuesto a ese parnaso divino, creyendo engañosamente que en algún punto del camino vislumbraré la curva que conduzca cual atajo a donde verdaderamente anhelaba ir. No hay peordesengaño que sabernos nuestros propios verdugos, si acaso cabo mi propia fosa cada mañana y allí me tumbo a llorar por las noches desconsoladamente. Es un trabajo agotador pero al menos es un trabajo. Repito con el eco que dejó la voz de un amigo que ahora está exactamente del otro lado del mapa, "no hay refugio, mi pana". Él y yo sabemos bien que no hay aquí o allá y que las armas las cargamos nosotros mismos para apuntarnos minutos después. Entre la cobardía y la osadía de las búsquedas tiene que haber algo más. Él y yo sabemos bien que no hay nada en ninguna parte. Será por eso que escribimos o intentamos, o que otras veces nos inventamos ficciones para sentirnos mejores porque no hay refugio siquiera en nuestras catarsis. Y entonces pasó que me interpelaron algunos buenos confidentes: "por qué no estás escribiendo?" Hace algún tiempo que creo que no tengo nada verdaderamente interesante ni verdaderamente nuevo que decir. Para qué romper el inmaculado silencio o lo absorto de la hoja en blanco? Prefiero ceder ante la conmoción de las posibilidades aunque no me pertenezcan con dignidad jamás. Y de pronto, otra vez, entre la aciaga rutina aparece una diminutísima señal. Yo creía además que cuando escribía, lo hacía para no morirme o para no olvidarme. Foucault me reveló otra respuesta más oportuna hoy: "Más de uno, como yo sin duda, escriben para perder el rostro."

martes, 10 de julio de 2018

Niña Poi

Niña etérea,
ahora te irás,
en breve te irás,
apenas si el prisma
deja ver que faltan días
y ya me duele
tu ausencia próxima.

Acaso si algo
ya se arruga y se solapa
en medio del pecho.
Un remolinovendaval
porque no quiero
pero te debes
a tu fulgurante y minuciosa
libertad,
a tus juegos coqueterías
de niñacrece.

Y no sé qué haré
a propósito,
si tal vez sea mejor
asistir a mis propias abyecciones
para ser irreverente
ante cada una de ellas
y convertirlas
en algo mejor que esto,
que esta bandada
de pájaros inconstantes
que no saben nunca
bien a dónde migrar.

Entonces habré
de hacerme grande contigo,
acompañar el crecimiento
como las plantas
que buscan juntas
brotar hacia la luz
pero estarás lejos
y yo no sabré
-nunca lo supe-
a qué
costado
inclinarme.

martes, 12 de junio de 2018

Vitalia

A veces creo 
que de niña 
ya quería 
ser poeta, 
es que entonces 
escribía versos tristes. 


Fue un día, 
fracasado día; 
descubrí que mi oficio era el del llanto, 

no el de la poesía. 

Fue otro día
el día, 
descubrí 
que de niña fui poeta. 
Ya no pude conmoverme.

(2013)

lunes, 30 de abril de 2018

Camalote

Cuando acontece el milagro de haber
creído
encontrar
el juego gramatical que signifique nada
apenas si soy digna de su memoria
su naturaleza se me escurre
como si no fuera que
la noche está nublada
y atrás la luna llena
me escucha aullar como loba
porque de pronto
no se explica
que el decantar de los días anuncia
que tu semilla no fue germinada
por eso es que vuelvo al campo
porque no hay leña del árbol caído
y que otra vez
                 los lugares comunes del llanto.

jueves, 26 de abril de 2018

Estribar los perdidos

Me voy a ver siempre condenada a la repetición.
Desde esta esquina siempre veo la columna de la luz justo en el medio de la puerta de la ochava transversalmente opuesta.
Podría irme y dejar la ventana de la cocina abierta, pensaba decirlo de otra manera pero el objeto era el mismo, irse y dejar la ventana abierta.
No sé a qué, a la noche, a cualquier cosa que quiera colarse por ella, ojalá nunca que a un extraño genuino, pero la ventana abierta.
Pensaba en que los dos minutos se te pasaron, Apócope. Fumé el cigarro y no llegaste. Andar la ciudad en bici. Perder los estribos siempre por lo mismo. La compulsión a la repetición y la prosa mal heredada. Pensaba en decir otra cosa, pero me la olvidé.
Tengo la compulsión de la mente en blanco. Pensaba en obsesiones y no en compulsiones.
Me olvidé la buena excusa.
Bajaste la persiana. Será que sólo escribiendo me di cuenta que estabas abajo.
También sabía que la torpeza humedad no dejaría cerrar la cortina y quizás tumbaría el vaso. El vaso no cayó.
Otra vez las líneas idiotas, las líneas estériles. Otra vez buscar sobrevivir.

martes, 27 de febrero de 2018

La noche eterna

Ni con todo
el dolor remolino,
el pecho desgarrado
por la que sea tal vez
certidumbre única,
ni con todo ello
me basta
para encontrar el verso fértil
que llegue hasta vos
y te remueva
hasta el torrente último de sangre,
esa que reverbera
sólo por las certidumbres
-porque sabemos que son pocas-.
Certidumbre que recibas
con la misma ternura y osadía
con la que te entregás al río,
y que en su vibrato de intuiciones
te llame como te llamo
para que vuelvas a mis brazos
que te esperan
constantes
cada noche.
Una tras otra
siento el irrefrenable caudal de ausencia
y me desgajo
como un fruto maduro
que no se quiere desprender
de su tallo vital.