Camino por la avenida,
no puedo entender
si el modo de salir
de mi cabeza
es el modo
de estar
en mi cabeza.
Por eso cuento
los pasos hasta
el parque,
los carteles,
los colores
de las flores
y las casas
y su forma
tan curiosa
de poblarlo todo
de sentido.
Llego,
me siento en los rieles
de un tren que ya no pasa,
que ha sido comido por la tierra.
A lo lejos un vagón que no es,
un monumento a un pasado
fulminado en el tiempo.
Añoro esta frescura del pasto
como una postal
del futuro incierto.
Quiero cantar odas
a estas bandadas de pájaros,
especialmente al que recién
sobre este mismo árbol
hizo su descargo incomprensible.
Quiero también volar
aunque no sepa
el idioma de los vientos.
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