A menos que el coherentismo de lo genuino
se desarticule en un minúsculo
pedazo del tiempo,
como una marioneta
que cae ridícula
en su peso,
sabré, lo sé,
como un pronóstico
de cuánto calor
o falta
siento en el cuerpo,
esto no debe ser grave,
venimos del desierto,
como esos ranchos
solísimos del pueblo
donde nadie espera a nadie
y todo da razón de festejo,
será así,
como lo que deviene
siempre uno,
con el tercer ojo
ya no parpadeando
al porvenir,
sino móvil
al ahora,
única imagen arcaica
que no toca el timbre
en la casa
de la que fui,
sino que es toda la que soy,
la que suelta las manos de las otras,
la que ríe en su propio nacimiento.
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