Atento al golpe,
caés en la trampa.
Ante las no-respuestas,
y ante las no-miradas
que a la fuerza aún elijo,
te quedás así,
como a la espera del verso.
Recordás el calor,
yo habré de olvidarlo un día.
Prefiero el exilio.
No saber dónde
buscar las huellas.
La paradoja de la pampa abierta,
del horizonte
tendido hasta el cansancio.
Quién dicta el fin de una mirada,
su trastorno
y su principio?
Quién decide su objeto?
Qué es del sujeto?
Quién ve en los ojos de la felicidad?
Quién indica el principio del sadismo?
La felicidad
conlleva
siempre
un acto
perverso
sino
la
renuncia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario