Busco desesperadamente
mover un pie,
desplazarlo
en dirección
al horizonte.
Nada hay
que recorte
una silueta,
es la intemperie,
el solemne suspiro
ante la nada.
La sensación
de la lluvia
que se desdobla
y cae
sobre la que
no
soy,
no es más
que el viento
bailando
entre los árboles.
¿En qué radica
la esperanza,
voluntad
o la fe ciega
que habrá
de mover
sus pies
un día?
Aquí
una
sola
condena,
la libertad
(aún de no ser libres).
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